La inseguridad y el temor a lo desconocido no pueden servir de combustible para que esparzamos rencor social en donde nunca lo ha habido. Como dijo Obama tras los tiroteos de agosto de 2019 en El Paso y Dayton: “Hay que rechazar con firmeza el lenguaje que alimente el odio y el miedo”. La llegada de la pandemia del coronavirus arrastra un problema social encubierto por ahora, pero que se palpa hasta en los rincónes más recónditos... incluso aquí en esta pequeña ínsula. Es el momento en el que el clan de los patriotas, leales a sus fronteras mentales, se apuntan a demonizar al que no consideran “de la tierra” y culpan de todo mal, incluso del mundialmente imparable COVID-19. Pero, quede claro, dicho en italiano: en La Palma #NonSonoUnVirus.
El lenguaje que usan los que ahora 'incomodan' a ciudadanos italianos en nuestra Isla no es nuevo, es el mismo que ha acompañado desgraciadamente a las tragedias humanas a lo largo de toda nuestra historia. Y sí, también lo usan aquí, entre nosotros, en una Isla asentada sobre pilares construidos por emigrantes, en tiempos en los que el mundo nos abrió las puertas como refugiados de nuestra mísera postguerra. Recuerda... fueron más de 50.000 hermanos, tíos, abuelos... los palmeros que tuvieron que salir de la Isla en busca de futuro. Muchos de ellos volvieron y nos convirtieron en lo que hoy somos, un manto verde de plataneras sembradas con dinero ganado al otro lado del atlántico.
Ahora jugamos el papel contrario. En los últimos años, en nuestra frágil, dependiente, pero estable sociedad isleña recibimos a muchos emigrantes latinos y europeos que han venido a sembrar raíces junto a nosotros, a cimentar un futuro familiar en una isla que enamora, por paisajes y por gentes. Miles de residentes extranjeros conviven, trabajan, crecen junto a los nativos palmeros. No solo alemanes, que son mayoría. Entre ellos, según datos del INE, hay casi 650 italianos (menos del 1% de nuestra población).
Pese a ese pequeño porcentaje, la comunidad italiana es muy visible en La Palma porque juega un importante papel en el tejido empresarial de la Isla, especialmente en el sector de hostelería. Muchos de ellos jóvenes que invirtieron en sus propios negocios para ayudar a reactivar la economía local.
Si nos ponemos a contar comercios, a mi me salen más de medio centenar de establecimientos regentados por italianos en La Palma, muchos de ellos de los que más nos gustan. Sin querer dejar atrás a nadie, me viene a la mente: Piadineria, Nuovo Rami Café, Il Geco Libero, Cantina Due Torri, La Gelateria – Mirko, Capricho Bistro y Eventos (en Los Llanos); La Locanda, Atípico , Pizzería Venezia, La Ferretería (en Tazacorte); La Scala, Gula Café, Las Norias (en Puerto Naos); Bodeguita del italiano, Il Tramonto, El Balcón, Heladería Dolce Vita (Puerto de Tazacorte)... y así podríamos llenar párrafos... incluidas empresas de otros ámbitos, como: Grupo Comit, Nartvisual, Velas La Palma, Vagamundo Hostel, E-Bike Tazacorte, Vulcanfishing... etc, etc.
Todos con sus historias, todos con muchas preocupaciones, todos con un tremendo dolor por lo que ocurre con familias y amigos en Italia. La mamá de MICHELE (Piadinería) ha fallecido por coronavirus en Brescia (norte de Italia); DANIELE (de VulcanFishing) tiene a sus tíos en estado grave hospitalizados; DAVIDE y CHIARA (Gula Café) con su familia en plena zona roja en Bérgamo...
Ellos fueron los más responsables en los primeros momentos de avance del virus en la Isla, los que adelantaron el cierre de sus negocios incluso antes de decretarse el estado de alarma nacional. A partir de ahí, en La Palma se generó una positiva ola de cierres preventivos. Desde entonces, viven con la incertidumbre de ver como su bienestar en la Isla se tambalea, como tú y como yo. Son autónomos en su mayoría y están ligados a un sector servicios que acaba de desaparecer.
Dicho lo cual, ¿qué hacen algunos incalificables molestando a la comunidad italiana en La Palma? ¿cómo se le ocurre a alguien nisiquera atreverse a señalarlos?. Pues, desafortunadamente, aunque son pocos, está ocurriendo.
A ver si aportando algo de información sobre qué es lo que está pasando y de donde viene, conseguimos que esos incalificables no vayan representando un supuesto sentir popular en La Palma que no tiene nada que ver con la realidad de lo que pensamos los palmeros:
Hagamos un poco de cronología.
El virus COVID-19, que surgió el 17 de noviembre y empezó a extenderse a principios de diciembre en Wuhan (China), pudo llegar a Canarias o a España de múltiples formas. Solo la casualidad, una posibilidad entre millones, hizo que fuera a La Gomera (la más pequeña de las Islas) y de una forma muy concreta, el viaje de un ciudadano alemán. Este patrón se repite en cualquier parte del planeta. Un individuo (da igual su nacionalidad en la era marcada por la globalidad) se mueve en el mundo de la superconductividad y con él viajan muchos virus, entre ellos un virus nuevo, desconocido para nuestro sistema inmunitario. Están en todos lados, mutan, se adaptan y vuelven disfrazados para que tu organismo no los reconozca.
El primer país europeo en recibirlo fue Francia, el 25 de enero, una semana después el 31 de enero entro en España a través del susodicho ciudadano alemán que viajó a la Gomera. Así días después prácticamente todos los países europeos ya tenían contagiados, especialmente Italia, que ha sido el más castigado hasta ahora.
Precisamente en La Palma el COVID-19 entró el 11 de marzo con una pareja de italianos residentes que volvían de su país natal. En ese momento en Italia habían ya 12.500 contagios, 827 fallecidos y 724 recuperados... Hoy (este domingo) son casi 90.000 contagiados y casi 5.000 fallecidos.
¿Qué nos lleva a pensar que en La Palma podíamos haber evitado la llegada de esta crisis sanitaria mundial? Días antes, días después, el virus hubiera aparecido. El portador/a no era más que eso, un transporte. Podía haber ‘pillado billete’ para subirse a cualquiera de los casi 15 turistas que llegan cada semana a la Isla... o llegaban.
A pesar de esta realidad irrefutable, unos pocos insolidarios, falsos chovinistas y etno-victimistas, con el mismo patrón de ignorancia que se muestra cada vez que algo nos asusta, lanzan falacias contra familias italianas que residen en La Palma... esos italianos, que llevan años entre nosotros aportando de la misma manera y con la misma pujanza que tú y que yo al PIB de nuestra Isla, lloran lo que está ocurriendo en su país, el contagio y a muerte de sus amigos y familiares, al igual que tú empiezas a ser consciente de lo que ocurre y ocurrirá en nuestro país.
Desde aquí, un mensaje dirigido a los etno-victimistas... échense a un lado mientras los demás hacemos juntos todo lo posible para, no solo parar el coronavirus, sino vivir estos tiempos de dolor con la mayor humanidad de la que somos capaces.... NO AVERGÜENCEN A NUESTRA HISTORIA COMPORTÁNDOSE COMO BÁRBAROS.