El Paso ha tenido que decir ‘hasta luego’ a una pieza singular y de especial valor histórico. Se trata del reloj que desde hace años lucía en el parque infantil; y que ha tenido que ser retirado debido a la inminente obra de remodelación que se llevará a cabo en este espacio.
Pero este legado patrimonial, donado por Antonio Pestana Capote hace 110 años, no siempre ha estado ubicado en el parque infantil. Comenzó siendo enclavado en el centro del casco histórico del municipio, presidiendo la espadaña del antiguo templo parroquial de Nuestra Señora de Bonanza (Iglesia vieja) y marcando el paso del tiempo en el pueblo pasense.
Según la información facilitada por Carlos Valentín Hernández, ciudadano de El Paso y apasionado de la historia de su municipio; fue concretamente el 4 de septiembre de 1910 cuando llegó al municipio. Aquel día, el Ayuntamiento de El Paso celebró una sesión plenaria, siendo uno de los puntos del orden del día una instancia suscrita por Antonio Pestana Capote, vecino del municipio, por medio de la cual realizaba la donación gratuita, a favor del pueblo, de un reloj que adquirió por 1.300 pesetas y que fue colocado en la torre de la parroquia. Este detalle, del que la corporación pasense destacó su “noble sentimiento de patriotismo”, hizo que se decidiera declarar al donante de este reloj como “Hijo Predilecto de esta Ciudad”, acreditándose esta distinción honorífica con un título a su favor.
Además, aquel 4 de septiembre de 1910 fue muy especial para El Paso, ya que además de recibir esta donación, ese mismo día recibió también la comunicación en la que se concedía el título de Ciudad al municipio.
Tuvo también un papel importante en la llegada de este reloj a El Paso, el entonces concejal Pedro Capote, que entre otros aspectos gestionó cuando era alcalde de este municipio la competente autorización del Obispo de la Diócesis para la colocación de dicha máquina en la Torre de la Iglesia parroquial.
La construcción del nuevo templo parroquial y la culminación de la torre del mismo, hacia 1960, trajo el segundo reloj público a El Paso. En la torre se coloca otro reloj más moderno, de cuatro esferas, donado por don Antonio Duque Herrera. Mientras, en la Iglesia vieja, el servicio del “kíkere”, como popularmente era conocido el reloj que data de 1910, comienza a desfallecer.
Así, en los primeros años de la década de los noventa del siglo XX, por las obras en el antiguo templo de Ntra. Sra. de Bonanza, se le busca acomodo en la zona del parque infantil. Allí se mantiene por espacio de cerca de treinta años, etapa en la cual su pequeña campana también anunció con sus sonidos el transcurso de las horas, en otra parte del casco urbano.
Tras su retirada motivada por las obras en este parque, el especialista relojero, Daniel Mato, junto al personal del propio Ayuntamiento, se encargan ahora de analizar el estado actual de su maquinaria para proceder a su mantenimiento y puesta en marcha, así como, a la restauración de la esfera con detalles en esmalte que también requiere reparaciones. Una vez esté listo, el ayuntamiento decidirá cuál es el lugar más apropiado para convertirse en su nuevo emplazamiento, donde pasenses y visitantes sigan teniendo la oportunidad de disfrutarlo. De momento ya existe una propuesta vecinal que aboga por su reubicación en el lugar originario donde estuvo sobre 80 años.