El 31 de enero de 1832 tuvo lugar en Canarias uno de los naufragios más sorprendentes. Fue en la costa de Garafía, concretamente en la Fajana de Franceses, donde la fragata inglesa ‘Eclipse’ se hundió. Este mes se cumplen 188 años de aquel episodio que vinculó la historia de este velero con la de la Isla Bonita.
Un relato que se ha mantenido en el tiempo gracias al relato de varios autores y que vuelve a la actualidad gracias al relato de Primitivo Jerónimo, en el digital Puente de Mando. La historia cuenta que la fragata inglesa había partido de Londres con un cargamento de objetos y efectos de valor con destino al Cabo de Buena Esperanza, en Sudáfrica, pero encalló en la costa de Garafía, a causa de una espesa niebla que le hizo perder la ruta hacia el sur.
Narran las crónicas que un marinero se arrojó a tierra con precipitación y falleció por los golpes que recibió en el acantilado. El resto de la tripulación pudo salir por su propio pie del barco. Algunos vecinos se acercaron a la fragata accidentada y el capitán Davis les pidió ayuda para salvar el valioso cargamento que transportaba la fragata.
Los lugareños, en efecto, subieron las laderas hasta los pueblos cercanos y comunicaron al resto del vecindario que un barco inglés con objetos de valor había encallado en La Fajana.
Muchos fueron los campesinos que bajaron hasta la zona del naufragio para salvar la citada carga. Según relata Juan B. Lorenzo “…lejos de eso, todos los vecinos, como aves de rapiña, cayeron sobre aquellos despojos, sin cuidarse para nada de las reconvenciones del capitán, a quien no entendían. Y al saberse la noticia en los pueblos comarcanos, acudieron también a fomentar el pillaje”.
Posteriormente subieron a sus casas cargando todo lo que encontraron y se cuidaron mucho de esconder los preciados objetos que la fragata del capitán Edward Davis les ofreció esa noche.
Parece ser que sólo se recuperaron algunos objetos por mediación del cura beneficiado de Garafía y que el mar terminó por hacer desaparecer la embarcación unas horas más tarde. El capitán y su tripulación se marcharon a Inglaterra, consignados por Dionisio Carrillo de Santa Cruz de La Palma. Las autoridades insulares hicieron todo lo posible por recuperar los objetos robados y nunca llegaron a recuperar nada ni conocieron el nombre de los que participaron en el hecho.