Los peluqueros/as se enfrentan desde este lunes a greñas, trasquilones y tintes caseros... tras cincuenta días de confinamiento que también han traído consigo algún que otro atrevimiento en el auto-pelado para los que les pilló con demasiado pelo la llegada de la alarma sanitaria del coronavirus.
Se asusten o no con lo que vean, los profesionales de Peluquería entran "muy animados" a este tiempo de vuelta a la actividad en sus locales; eso si, con muchas medidas higiénicas de por medio que han conllevado cambios interiores de protección de clientes, horarios acotados por imposibilidad de atender de forma individual y con cita previa sin volúmenes altos y con una larga lista de clientes ávidos haciendo cola.
Las que menos, en La Palma, ya tienen la semana llena. Casi imposible encontrar hueco en los próximos 10 días. Las que más, tienen trabajo ya previsto para meses, solo con las reservas que se han hecho.
Lo hacen con equipos de protección (guantes, mascarilla, geles, termómetros...) y siendo conscientes de que es casi imposible no tener contacto con el cliente: ”No se puede cortar el pelo, sin tocar el pelo”.
Además, el principal cambio: se acabaron las esperas dentro de la peluquería leyendo una revista. No puede haber dos personas en la espera, porque sería imposible respetar las medidas de seguridad.
Habrá que desinfectar y dejar un margen de diez minutos entre clienta/e y clienta/e. ¿Y cómo cortar el pelo con las mascarillas? Pues como cuando se presenta alguien con gafas, se le pide que se la quite un momento “y le hacer los laterales”.
Muchos peluqueros/as dicen que mantendrán los precios, lo cual sería un esfuerzo por su parte teniendo en cuenta el coste de las medidas que se le han impuesto. "Esto es una crisis sanitaria y no se puede hacer el agosto en un mes", sostienen.
Habrá que cargarse de más paciencia para poder ir a la pelu en los próximos días.