La fusión de la Vía Láctea y su vecina Andrómeda ya ha comenzado. Aunque la colisión de estas galaxias resulta inevitable, y ya se están percibiendo los primeros signos del evento cósmico, ninguno de nosotros seremos testigos de este fenómeno ya que ocurrirá dentro unos 4500 millones de años.
Desde hace tiempo, los científicos de la NASA saben que las mayores galaxias de la treintena que forman el Grupo Local en el que vivimos, se atraen mutuamente, y la Vía Láctea y la galaxia Andrómeda son dos que están destinadas a fusionarse. Una danza cósmica que tiene su explicación por la fuerza de gravedad combinada de los dos gigantes sistemas de estrellas y planetas.
Andrómeda se encuentra a unos 2,5 millones de años luz de distancia de la Vía Láctea (un año luz es casi 9,5 billones de km). Si bien la distancia es enorme, su velocidad también es altísima: se acerca a nosotros a 400.000 km por hora, es decir unos 111 km por segundo. A esa velocidad se podría llegar a la Luna en solo una hora.
La Vía Láctea, la galaxia donde se encuentra el Sistema Solar en el que habitamos, tiene un diámetro de unos 100.000 años luz, un trillón de kilómetros aproximadamente, y contiene entre 200.000 y 400.000 millones de estrellas, entre ellas nuestro Sol. La galaxia Andrómeda, también llamada M31, es probablemente el doble de grande que la Vía Láctea y contiene, según datos recientes del telescopio Spitzer, cerca de un billón de estrellas que publicó la NASA .