“Con la lágrima fácil”... me decía una amiga esta mañana cuando felicitamos el día por los canales de difusión de noticias de ElTIme.es y TheGoodTime.es vía redes sociales. No es para menos. El Día de la Madre de este 3 de mayo de 2020 será recordado por su sabor agridulce. La pandemia del coronavirus, aunque en La Palma pierde con claridad la “guerra viral” tras 6 días de pruebas negativas, nos ha cambiado muchas cosas en nuestro día a día, ha trastocado todo tipo de eventos y sucesos como nacimientos, funerales o cumpleaños. Y, como no, ha obligado a que muchos/as tengan que celebrar desde la distancia el Día de la Madre.
Basta con que sea poco más de 1 kilómetro lo que separen a hijos/as y madres... Fuera del kilómetro no hay visita posible. Es el Día de la madre por vía telemática... el Día de la Madre sin abrazos ni besos.
“Es el primer año que no voy a poder ir a ver a mi madre en este día y espero que el último”, completaba el comentario. Y es que esta película en la que vivimos nos cambia el guión cada semana para extenderse como una serie sin fin, en la que, pese a que se han aliviado las condiciones del confinamiento, no termina de solventar la huella emocional que nos ha dejado.
Y precisamente esa “celebración” en lejanía, llega para rematar esa huella emocional, justo en el momento en el que seguramente muchos hijos e hijas darían más abrazo y besos de lo habitual. La pandemia también nos ha hecho reflexionar sobre las personas que están a nuestro lado, sobre el hilo de unión que mantenemos con nuestros mayores, que ni siquiera ha podido cortar la tijera del ‘poder económico’ que presiona a diario para poner en duda esa prioridad.
Hoy no habrá domingo del Día de la Madre con escapada anual en familia. Será otra de las nostalgias de muchos que acudían a parques públicos, refugios de montaña, o simplemente a un restaurante para celebrar juntos un día de unión entre madres, padres, hijos, hijas, abuelos y abuelas.
Pero, las mamás son fuertes y valientes... sonríen al otro lado del Whatssap, del Skipe, del Zoom, ... solo necesitan un regalo, la sonrisa de sus hijos/as. Si se la damos (pese a que en estos días cueste sonreír sin soltar una lágrima que surge de la carga de ansiedad y desesperación del confinado), veremos a las mamás más felices del mundo, porque saben que sus hijos/as han aprendido a ser responsables, y a velar por el bienestar de una sociedad que ellas mismas levantaron y nos regalaron con mucho sudor y lágrimas.
El mejor regalo que hoy podemos dar a las madres es nuestra responsabilidad para cuidar la sociedad que ellas nos dejaron en herencia.