La Palma es una de esas islas que desprenden una energía especial. Situada en el archipiélago de las Islas Canarias y bautizada como la Isla Bonita, sus impresionantes paisajes volcánicos, su cielo estrellado y su riqueza cultural hacen de este destino un lugar imprescindible en la lista de los viajeros que buscan experiencias que van más allá de lo habitual.
Los más aventureros viajan a isla expectantes por conocer y atravesar los senderos que recorren de punta a punta la exuberante belleza de sus paisajes; los más curiosos sueñan con sumergirse en la historia y la cultura; pero los más gourmets buscan descubrir nuevos sabores y experiencias, y La Palma cuenta con una tradición vinícola digna de conocer.
La cultura del vino en la isla se remonta a más de 500 años (1505) y lleva prosperando en la isla desde entonces. Tanto es así que los vinos palmeros fueron citados por escritores de la talla de Shakespeare o Sir Walter Scott, que no dudaron en denominarlos a la malvasía como “canary sack” o “néctar de los dioses”.
El origen de la tradición vinícola palmera
La introducción de la vid en La Palma fue un momento crucial en la historia de la isla, pues la producción de vino se convirtió en una actividad clave en la economía y la cultura local gracias a que los colonizadores españoles llegaron a la isla en el siglo XV y comenzaron a cultivar vid en sus laderas.
Durante los primeros años se cultivaban principalmente dos variedades de uva: la Listán Negro y la Albillo Real, siendo La Palma un lugar de aclimatado de especies para cruzar el Atlántico hacia las colonias españolas y las “mission grapes” gracias al Listán. Estas variedades autóctonas se adaptaron bien a las condiciones climáticas y geológicas de la isla, convirtiéndose así en la base de la producción de vino en La Palma aunque, con el tiempo, se han ido incluyendo nuevas variedades de uva, así como técnicas de cultivo más avanzadas.
Sin embargo, actualmente los viticultores locales siguen apostando por el fuerte vínculo con las tradiciones de sus antepasados, preservando cuidadosamente la herencia vinícola de la isla en cada botella que producen y cultivando variedades que dan lugar a deliciosos vinos.
Unas condiciones y características envidiables
Los vinos palmeros, que cuentan con la insignia de Denominación de Origen, han conseguido traspasar la dimensión nacional y ganar reconocimiento a nivel mundial gracias a sus condiciones de cultivo y producción. Al encontrarse ubicados en terrenos volcánicos, los viñedos de La Palma poseen un carácter distintivo y sabores únicos, pues las variedades autóctonas de uva, como el Listán Negro, el Albillo Criollo, la Malvasía o el Sabro, se adaptan perfectamente a las condiciones de suelo y clima de la isla, dando lugar a vinos con una identidad propia. Además, los microclimas que se desarrollan en La Palma permiten obtener una gran diversidad de estilos de vino, desde frescos y con acidez en la costa oeste, hasta vinos cálidos y concentrados en la costa este. Entre ellos destacan los vinos dulces y licorosos, elaborados a partir de uvas sobremaduradas o pasificadas.
Por otro lado, la producción de vinos en La Palma es limitada y artesanal, con bodegas familiares dedicadas a elaborar vinos con métodos tradicionales y respetuosos con el medio ambiente, manteniendo un meticuloso cuidado en cada etapa del proceso de producción.
Uno de los métodos más tradicionales es el del cultivo en terrazas, una antigua técnica transmitida de generación en generación en la que los muros de piedra volcánica protegen las vides del viento y la erosión creando un paisaje vinícola espectacular; y consiguiendo los sabores excepcionales de sus vinos. Además, en las casas palmeras residen las tradicionales parras, que se han convertido en un elemento de lo más familiar en el territorio.
La gran oferta enoturística de la Isla Bonita
Para conocer en profundidad el mundo de los vinos palmeros es necesario vivir una auténtica experiencia de enoturismo que vaya más allá de una simple degustación. Los mayores amantes del vino y la gastronomía pueden disfrutar de los maravillosos paisajes vinícolas de la isla, catas de vinos en bodegas tradicionales, cenas con vistas al mar saboreando los exquisitos vinos palmeros e incluso recorridos en los que los propios productores enseñan la historia y la cultura vitivinícola de la isla en instalaciones como el Museo del Vino.
De esta manera, la actividad relacionada con la producción vinícola y la elaboración del vino está muy presente en la vida cotidiana de los habitantes de La Palma. Es común escuchar expresiones como "voy para la viña", que hacen referencia al trabajo que realizan los agricultores en sus propias plantaciones con gran dedicación e ilusión. En este sentido, la temporada de vendimia es una oportunidad perfecta para que seres queridos se reúnan y celebren la cosecha que está por venir.
La gastronomía juega un papel importante para la isla, que cuenta con su propia marca Saborea La Palma, que promueve y destaca la riqueza culinaria y gastronómica del territorio palmero, que se basa en la utilización de productos locales frescos y de calidad, como pescados y mariscos, carnes de cabra y cordero, frutas y verduras de la huerta, y quesos artesanales. Todo esto, acompañado de los deliciosos vinos palmeros, hace de la experiencia culinaria de la isla algo digno de conocer.