En Garafía siempre es primavera. Al menos así se empeña la naturaleza que parezca, incluso cuando un fuego aterrador calcina parte del ecosistema. Poco más de siete meses después desde que 1.200 hectáreas de monte bajo y pinar ardieran en los montes de Garafía, la naturaleza comienza a devolverle la grandiosidad y esplendor al paisaje afectado, en el que los brotes verdes y las flores de la primavera son ya una constante de los pinares afectados por el fuego.
La tierra garafiana está desgraciadamente acostumbrada a renacer de las cenizas del fuego, y el pino canario, un auténtico baluarte del ecosistema palmero, resurgen con más fuerza que antes.
El pino es un luchador, su fortaleza ante el fuego le está permitiendo resurgir de las cenizas en zonas en las que en las últimas décadas se repiten estos incidentes con más asiduidad de la esperada, pero siguen ahí. No mueren.
Ya están esos nuevos brotes verdes que hacen renacer con más fuerza a estos ejemplares, que en apenas dos años volverán a lucir en su esplendor, y sólo su tronco carbonizado hará sospechar lo que pudo haber ocurrido tiempo atrás.
El pino canario es capaz de sobrevivir a un incendio, perdiendo una hoja que es capaz de rebrotar a las pocas semanas. Esto hace posible la existencia de árboles con más de 700 años de vida. Y esa batalla la lleva desarrollando durante siglos. La especie se ha dotado de una dura y gruesa corteza, de hasta ocho centímetros, que le permite protegerse. Otra de sus excelencias frente al fuego es la de dispersar los piñones, cuando la piña se abre con el calor, gracias a un apéndice alar que les permite viajar a grandes distancias con el viento.
Pero quizá la mejor de todas sus cualidades sea su capacidad para mantener células vivas en el interior de la madera, que si no queda afectada son las responsables del nuevo brote. En ese marco, es evidente la importancia que tienen los pinares en la conservación del medio natural canario, ya que constituyen las masas forestales más grandes de las islas, condensan el agua de las nubes, retienen el suelo, producen oxígeno, limpian el aire, y dan cobijo y alimento a muchas plantas y animales.
En la zona, además, continúan desarrollándose obras de carácter fundamentalmente hidrológico y forestal, paliar los daños del incendio de agosto de 2020 con inicio en el barrio de Catela, de Garafía, y hacer frente a otros problemas que se pueden derivar de este suceso como las escorrentías.
(imágenes de Daina Gallizio publicadas por Radio Luz)