Antonio Cabrera es actualmente jefe de Operaciones Científicas de Grantecan, el Gran Telescopio Canarias (GTC), del Observatorio del Roque de los Muchachos. Como astrofísico y “palmero de adopción”, afirma que es “realmente un orgullo” trabajar en una instalación de tal calibre tecnológico.
Antonio Cabrera no nació en La Palma, pero su familia es originaria de la Isla. Desde Garafía, donde vivía, recuerda observar el cielo y ser consciente, a la edad de 13 años, de que justo en el Roque de los Muchachos se estaba construyendo uno de los mejores observatorios astronómicos del mundo. Fue entonces cuando decidió abandonar su aspiración infantil de ser futbolista y se decantó por la Astronomía: “Algo se movió dentro de mí y pensé: ¿Por qué no?". Así que la decisión fue simple e inmediata: ser astrofísico. Si a esto añadimos que la mejor Facultad de Física (con su Departamento de Astrofísica) está ubicada en La Laguna y, además, cuenta con los mejores medios (las instalaciones telescópicas de los Observatorios de Canarias) y los mejores profesores posibles (los investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias, IAC), la elección se hacía aún más fácil”.
Antonio Cabrera (en el centro de la imagen), en 1998, durante una visita al TNG en el Observatorio del Roque los Muchachos cuando era estudiante de la ULL
Cabrera terminó su licenciatura en 1999. Inmediatamente después comenzaría a trabajar en el IAC como Astrofísico Residente. En ese momento, el proyecto del Grantecan ya se había fraguado y estaba previsto que empezara su actividad en 2004. El astrofísico lo tuvo claro: “Enfoqué mi tesis en formarme al máximo en la observación nocturna para poder integrarme en el equipo del GTC llegado el momento”. Precisamente eso es lo que sucedió: concluyó su doctorado en 2005 y, desde entonces, trabaja en el mayor telescopio óptico e infrarrojo del mundo. Estar vinculado a una instalación como el GTC –declara- es “realmente un orgullo, como astrofísico y como palmero de adopción”. El telescopio dispone de una plantilla conformada por un 70% de personal local: ingenieros, astrónomos, técnicos y administrativos”. Un dato que permite “desterrar el tópico de que el Observatorio es cosa de gente de fuera”.
Antonio Cabrera ha observado en primera persona la evolución del GTC: “He visto crecer al telescopio y a su gente con él, desde sus primeros pasos en 2005 hasta su consolidación, 15 años después, como la eficiente máquina de producción científica que es hoy y como el importante atractor de interés externo, con más de 10.000 visitantes cada año”. Y añade: “Realmente, tenemos entre nuestras manos la ‘joya de la corona’ de la astronomía española y debemos estar orgullosos de ello”.
Actualmente, su labor como jefe de Operaciones del GTC consiste en gestionar los elementos y recursos humanos necesarios para desarrollar las operaciones del telescopio. Un trabajo “diferente al de astrónomo propiamente, pero sin duda también apasionante”. En las noches que pasa en el Observatorio aún mira hacia Garafía, recordando cuando estaba allí abajo y dirigía su mirada hacia arriba: “En verdad, ha merecido la pena”.