Seguro que muchos de nosotros hemos recordado en reiteradas ocasiones qué estábamos haciendo cuando el país se paró y la vida dejó de ser como la conocíamos. Nieves Felipe lo recuerda con detalle: “El 13 de marzo fue viernes, nos reunimos en el despacho de Gerencia y almorzamos bocadillos de mortadela a las seis de la tarde. Miradas nerviosas, papel y lápiz para dibujar un borrador y muchísimo esfuerzo en afrontar una tarea cuya magnitud apenas pudimos imaginar. Ese día no lloramos, pero la sensibilidad ya estaba en el ambiente. Ese día el Hospital y Atención Primaria se abrazaron, se dieron la mano y nació Coronhado”.
Ella es Médica Internista del Hospital General de La Palma. Trabaja en la planta de Hospitalización y consultas de Medicina Interna. Un trabajo que ‘cesó’ temporalmente para asumir la coordinación de Coronhado, junto a sus siete compañeros, dando vida a una consulta, que, sin duda, fue clave para tratar la evolución de la pandemia en La Palma.
El inicio no fue fácil, se adentraban en un mundo desconocido y en unas instalaciones, las del Acuertelamiento de El Fuerte, que no estaban preparadas para ser una consulta médica: “Nos pusieron internet, nos llevaron la comida, nos pusieron luz, nos aseguraron la limpieza, nos llevaron toallas y nos habilitaron baños. Parece algo sencillo porque todo ‘vino del cielo’ pero detrás hubo muchísimo trabajo y puesta en marcha de nuevos engranajes para que todo funcionara como si estuviéramos dentro de nuestra casa en el Hospital, pero en otra nueva y de alquiler”.
Y de repente… el trato cercano a los pacientes que llevaban aplicando desde que acabaron la carrera… se convirtió en algo más frío porque la seguridad era ahora lo más importante: “Aprendimos a ponernos los EPIs, a usarlos y a retirarlos. Nos pusieron carteles porque a veces con los nervios no recuerdas cuál es el siguiente paso de retirada y cuidaron de nosotros para no contaminarnos”.
Su visión de la Covid-19 es en ‘primer plano’. Ha testado a pacientes sospechosos de padecerlo. Unos han dado negativo; pero con otros ha seguido en contacto durante semanas porque su PCR dio positivo, controlando su salud, dándoles ánimos cuando aparecía el miedo en quienes, aislados en sus domicilios luchaban para superar la enfermedad. “Nos quitamos el uniforme para colocarnos un EPI. Dejamos de tener sesiones y reuniones para tener teleconferencias. Dejamos de sonreír y ocultamos el miedo tras mascarillas. Pero todos nos llenamos de fuerza. Aprendimos a sonreír con los ojos y a llorar tras las pantallas (¡es cierto!, lector mira la expresión de su cara en la imagen que abre este perfil). Y también a veces para aliviar la presión, respirar muchas veces, aunque sin éxito porque se empañaban las gafas”.
“Creo que nadie estaba preparado para esto, y eso en realidad quiere decir que teníamos una vida preciosa, porque era una vida libre y no teníamos el ‘coronamiedo’…” expresa Nieves… añadiendo que “se paró el mundo y se puso en marcha un batallón sanitario con todos mis amigos, mis compañeros y todo el personal de esta carrera frenética. Nos juramos hacerlo lo mejor posible porque eso era trabajo, pero también era la vida”.
A Nieves, a sus compañeros, a todos los sanitarios… no nos cansaremos de decirles: GRACIAS.