Leo Pérez Machín es natural de Puntagorda y ha trabajado como recepcionista en la Residencia del Observatorio del Roque de los Muchachos durante 25 años. El IAC ofrece una nueva entrevista con testimonios de palmeros vinculados al centro de Astrofísica de La Palma:
¿Qué ha significado para ti trabajar en el Observatorio?
Para mi significó muchísimo, especialmente, por el buen ambiente y lo fácil que es trabajar con los astrónomos. La verdad es que es una comunidad maravillosa en el sentido de que son gente poco pretenciosa que se dedica a su trabajo, que es la ciencia. Me gustó muchísimo.
¿Cómo llegaste a trabajar en la recepción de la Residencia del ORM?
Antes de trabajar en la Residencia del Observatorio, estuve cuatro años en Inglaterra y un año en EE.UU. Luego me fui a Suecia, donde estudié informática y trabajé en una caja de ahorros. Allí es donde formé mi familia y donde aún viven mis hijos. Llegué a la Palma tras una separación matrimonial y porque mi madre enfermó. Tenía aún la espinita clavada de no haber estado cuando mi padre murió. Yo estaba terminando los exámenes de informática en Suecia y él falleció antes de que pudiera ir. Así que, cuando mi madre cayó enferma, decidí venir a La Palma. Empecé en el Observatorio en 1992 trabajando de camarero con una empresa y luego pasé a recepcionista. Aunque el inglés lo manejo bastante bien, me ayudó mucho el hecho de que en ese momento la comunidad científica nórdica era muy importante en el Observatorio y, al hablar sueco, entiendo bastante bien el danés y el noruego, que son similares.
¿Qué echas de menos del trabajo en el Observatorio?
Echo de menos el trato de la gente. Es una comunidad muy abierta a la que le gusta compartir sus conocimientos y sus últimas novedades. Echo en falta estar al día de las cosas que ocurren allí, de los nuevos pasos que se dan en la ciencia de la Astronomía. Me gusta mantenerme un pelín informado. Y también echo de menos la novelería de cuando venía alguna personalidad, como un premio nobel. Recuerdo especialmente cuando, durante el Festival Starmus, vinieron los astronautas que estuvieron en la Luna y también el músico Brian May. Ese evento me gustó muchísimo. Yo los atendí en la Residencia y era gente muy natural.
¿Cuál era la parte más difícil de tu trabajo?
La época de invierno era la época más preocupante, cuando se cerraban las carreteras y te quedabas pendiente de si la gente llegaba al Observatorio o conseguía bajar. Era un momento de preocupación porque no son gente anónima, son gente que veías con frecuencia y lo sientes como una familia. Por lo demás, trabajar en el Observatorio era como estar en un pequeño paraíso; yo he disfrutado mucho trabajando allí.
¿Crees que el ORM es beneficioso para la Isla?
Es beneficioso, no me cabe la menor duda. Lo digo de corazón. Cuando por las mañanas estabas en la recepción y veías pasar toda esa cantidad de gente que trabaja allí, técnicos, informáticos, etc., gente que, si no estuvieran allí, se habría visto obligada a irse a otra isla o lugar, y que, en cambio, ha podido elegir hacer su profesión aquí en la isla de La Palma, no me cabe duda de que el Observatorio es una de las mejores cosas que le ha pasado a La Palma. Cada telescopio nuevo favorece a toda esa generación que se esfuerza en estudiar y que tiene la oportunidad de ejercer el oficio que más le gusta. No veo nada negativo.
¿Y qué opinas del proyecto del TMT?
Eso sería fantástico. Imagínate para todos esos estudiantes que terminan los estudios y quieren aplicar sus conocimientos, trabajar en lo que les gusta y, además, en un proyecto complejo y con un nivel de ciencia tan alto, sería fantástico. Sin duda, me gustaría que viniera a La Palma.
Ahora que ya estás jubilado, ¿a qué dedicas tu tiempo?
Me jubilé en mayo de 2017. Me propusieron seguir hasta los 70 años y creo que lo hubiera hecho encantado, pero después pensé que necesitaba tiempo para hacer cosas en casa, visitar a los hijos en Suecia y estar a mi aire. Tengo una casa de turismo rural y me ha dado por hacer pequeñas mejoras: estoy reparando un antiguo aljibe, cuido del jardín y he puesto unas cristaleras en la azotea donde quiero poner un pequeño telescopio. Es maravilloso mirar por un telescopio, aunque sea pequeño, y ver todos esos colores, sobre todo, cuando el cielo está clarito y despejado. No me he aficionado a la Astronomía, pero sí le pongo atención. Aunque cuando me hablan de las proporciones de tiempo y dicen, por ejemplo, que algo está a 40 años luz, comprendo la magnitud, pero me pierdo.