Julian acude todas las semanas al Hospital General de La Palma a entregar la cosecha agrícola que sigue cavando con el sudor de su frente cada día. No se vende como antes, pero tampoco se tira. Un agricultor solidario entrega su trabajo para que aquellos que no pueden acceder a fruta fresca de la Isla tengan esa opción, en tiempos de una crisis sanitaria que está machacando muchos hogares de la Isla Bonita.
Él decide llevarlo, por confianza, al centro hospitalario, aunque desde ahí se lo reparten luego a Organizaciones como Cáritas para distribución allá donde haga falta. Es su granito de arena que pesa más que una montaña aportada por cualquier marca comercial.
Los que lo conocen no se asombran por su gesto: "Siempre ha sido igual para entregar lo que tiene. Tampoco es que haya sido un bien negociante... ha trabajado mucho con riegos en fincas y maquinarias y luego ni cobraba... y así terminaba con deudas".
Hace muchos años Julian Pérez González fue político local y también insular, en tiempos de Argelio Hernández. Hoy, alejado de ese ámbito público, en su actual camino de 'expiación', sacrifica su trabajo para hacer el bien, como hacen muchos otros pequeños agricultores de La Palma en las maltrechas medianías.
¿Cuántos aplausos y gracias habría que darle a esos que representa Julian?… aunque ellos no buscan alabanzas ni artículos de prensa “a colación” del momento, como el que suscribimos ahora que nos acordamos de ellos. Buscan ser parte de esto no solo cuando los tiempos de crisis en la globalidad decidan hacerles un hueco. Buscan el ausente reconocimiento social que ha estigmatizado durante varias generaciones a nuestro campo palmero.